sábado, 28 de abril de 2012

Magníficas imágenes para recordar nuestro concierto de hace un año, Seele


Camino del concierto en Córdoba
El ESPLÉNDIDO CORO de la Catedral de Granada no lo vamos a olvidar. SEELE -hace un año- tuvo el privilegio de cantar en la Catedral-Mezquita. Este texto, a continuación, es mi relato del año pasado de ese primer viaje o gira en 2011 y que rescato a colación del enlace que guardamos desde la organización del viaje junto a otos recuerdos materiales y espirituales. 


Llegada al coro de la Mezquita-Catedral


Durante la actuación de Córdoba
SEELE: MÁS QUE ALMA, MEJOR ESPÍRITU O SUEÑO
Por Mª del Rosario Pallás Caballero
(ex-alumna y madre de ex-alumna del CAV Colegio Alemán de Valencia)


Con Santa María de la Alhambra al fondo

Miembros de la "familia" de Seele en la Alhambra
COMPROBAR QUE LOS SUEÑOS SE HACEN REALIDAD, NOS PERMITE CONTINUAR SOÑANDO DESPIERTOS, ME EXPLICO, PERMANECER MOTIVADOS.
SEELE, el coro del CAV , representa una ilusión compartida, una idea perseguida en grupo, con alma intercultural, cohesionado, bien dirigido, que disfruta con cada proyecto, en cada ensayo, donde se pone a prueba la enorme paciencia de nuestro director, Wolfgang Ismaier. Creo, que a estas alturas de la trayectoria del coro, desde su creación en 2007 para conmemorar el centenario del colegio en 2009, hemos logrado cuadrar la fórmula: 1+1+1+1=5. La suma de los esfuerzos individuales dota de valor añadido al resultado final.
¿Cómo puedo explicar con palabras las recientes emociones sentidas al cantar en marcos tan incomparables como Santa María de la Alhambra de Granada y la Mezquita-Catedral de Córdoba? Todo ello comenzó como ese sueño, ese hilo del que se tira y tira hasta llegar a componer el traje. In mente, el objetivo consistía en preparar un repertorio de música sacra para este viaje que hemos efectuado a Andalucía en Pascua acompañados por familiares.
A Granada llegamos, “allegro ma non troppo” mientras la ciudad recogía pasos y enseres de la Semana Santa y preparaba las floridas Cruces de Mayo; el aroma de los jazmines en la verja junto al hotel sobrevolaba el aire; rápidamente nos sumergimos en el bullicio de su animado centro nocturno y el tipismo del ir de “tapas”. A callejear dedicamos la siguiente jornada, tras un ensayo matutino previo a subir al cielo de una Granada, coronada por la inmortal Alhambra de Washington Irving y sus jardines, conjunto monumental reluciente, cual joya cobriza, al atardecer del día soleado, con el nevado Veleta por testigo, el más alto y erguido monte entre las cumbres peninsulares. La noche no igualó ya al día. El siguiente, cantamos en Santa María, cuya torre sobresale por encima de todos los palacios e iglesias de esta ciudad, reposo eterno de los Católicos Reyes que iniciaron un imperio.
La lluvia empujó al público de la Alhambra a entrar en la iglesia, donde nuestro propio eco se retroalimentaba en nuestras conciencias cantoras. Dejamos atrás el sabor nazarí hasta arribar a la Córdoba califal y turística. De lleno, nos embaucó el ambiente festivo y monumental de unos muros históricos y callejuelas con personalidad propia. Hubo ensayo matinal y luego tiempo libre, cruzando el puente que nos acercaba a nuestro imponente siguiente escenario. Esas horas previas, imaginamos ser testigos de crimen en los baños árabes, merodeamos por callejones, rincones, Sinagoga, patios. Dimos la mano a Maimónides, y recalamos en el Alcázar. De nuevo nos aprisionó, la lluvia esa tarde de museos y tiendas de recuerdos. Ensayo de perfeccionamiento para las sopranos, luego la nueva salida, apretada, a cada uno llevó a dónde quiso. De noche tablao de primerísimas figuras y aún de “madrugá” hubo fiesta en las cruces. El domingo 1 de mayo, por fin, los nervios a prueba estaban. Paseamos desde el hotel -“de la ceca a la meca”- al cénit, de nuestro viaje y entramos en solitario grupo al recinto, ¡qué privilegio! Ensayamos en la Sacristía-Museo ante la vitrina de la magnífica custodia de orfebrería. Luego, ocupamos sitio en el artístico coro de madera noble de la Catedral. Vestimos de solemnidad la misa de la una de la tarde. Cada pieza interpretada era un reto detrás de otro. Al final, dejamos impregnadas y consagradas de primavera con nuestros cantos esas columnas firmadas y esos arcos, símbolo, magia y embrujo. Como colofón, visitamos todo el monumento e iniciamos el retorno. Atrás dejamos al caudaloso Guadalquivir guardando las orillas del mestizaje cultural de Córdoba, la aspirante a Capital Cultural de España, absolutamente felices.

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