EUSTAQUIO SEGRELLES

Del 15 de diciembre 2012 al 31 de enero 2013 en la Galería Segrelles de Valencia

EUSTAQUIO SEGRELLES VESTIDOR DE AÑORANZAS

Por Mª del Rosario Pallás
Fotos: Majo Segrelles

Tiene Valencia una suerte climatológica particular por influencia del Mare Nostrum, que, aún a cierta distancia de la orilla, regula nuestro ciclo estacional, dota de bondad botánica a la naturaleza, al campo, jardines y cultivos.
En pleno otoño, con o sin gota fría, el Mediterráneo nos regala temperaturas templadas ideales para estar al aire libre, lejos del agobiante calor veraniego. Y, al acercarse el invierno, perdurará en la mente de Eustaquio Segrelles la belleza de las escenas que retrata pintando. Ese esplendor escénico nos remite, casi siempre, a las orillas marinas. Inunda lienzos con el mar de fondo y vigorosas secuencias de playa: descarga de pesca, recogida de aperos y barcazas remolcadas por la fuerza bovina de las reses empleadas durante siglos por un sinfín de sagas de pescadores levantinas y que retrata hoy día en playas sureñas de Portugal donde el tiro y arrastre perviven.

Eustaquio trabaja incesante, se inspira rodeado de los huertos de naranjos de Picassent. Circundan su estudio miles de árboles que traspiran e invaden todo el aire con su azahar en la época de floración; admira y ve crecer el fruto; pinta y reproduce en su esplendor la naranja madurada al sol. En este hábitat, de verdes árboles y naranjas en ebullición, las “collas”o grupos de gente recolectora rellenan y cargan los “basquets”, cajas de madera, para un mercado internacional. Estos campos son nuestras minas de vitamina C, por ello la temática nunca pasa de moda.

Sin duda, los atuendos, son suspiros de nostalgia. El artista viste a sus personajes como antes. Tradicionales actividades de labor y faena, trabajadores, huertanos, pescadores, quedan idealizados en su arte y cosmovisión casi genéticamente heredada. Le viene de saga, obtiene un sello particular que le dota de una categoría. ¡Es un clásico de ahora!