Por: María del Rosario Pallás
Yo vivo en otra orilla, María,
sueño de noche, de día, pues vivo,
como tu, entre hilos de poesía.
María, que cantas como el riachuelo,
portas voz ligera hacia la ría,
donde la tierra abriga al caudal sereno.
Yo vivo en otro mar, soy de océano,
como tu, María, una suerte de melancolía,
encuentro del sentir y de armonía.
Tu, María has llenado de nostalgia serena
esta tarde de primavera cantándome un fado.
¿Qué más da en qué lengua? Te he escuchado.
Tu me has embelesado, María.
Por ello, tienes hasta mi costa,
mil leguas de alfombra roja extensa.
Ahora, que el azahar reverbera,
¡te invito a pasar por ella!
Cantante de Fado, cantante gallego-portuguesa, de alma de "oliñas venen e van";
me recuerda a las clases de labores en el colegio. Cantábamos mientras cosíamos con la profesora de una asignatura para las "chicas", mientras ellos recibían clase de electricidad o manualidades varoniles.
Por entonces, Galicia me quedaba, en el mapa de clase de geografía, allí arriba de España, donde un puñado de marineros se me antojaron guardianes del mar y de las rías, donde las riberas eran frecuentadas por la Virgen de Guadalupe, descalza y por la arena.
"... descalciña y por la arena parece una riancheira."
La imagen de una mujer descalza, caminando por la arena, solitaria la playa, el cabello y vestido atizados por el viento, suena a fado. La melancolía es pareja a la inmensidad de ese agua interminable, salada y vaporosa del fin de la tierra.
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| El Faro - dibujo: Mª Rosario Pallás |
El faro y el fado, casi son lo mismo: Luz del navegante, sonido del caminante. Porque, al paso, el ritmo de la nostalgia es triste, un adagio.
El fado penetra el cerebro igual que la humedad del mar traspasa la epidermis;
te requiebra hasta salarte.
"Oliñas venen, oliñas venen, oliñas venen e van,
no te vayas riancheira, que te vas a marear."
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